El sistema democrático nos ha ido convenciendo de su efectividad para hacer desaparecer a las clases sociales en un clima de equidad e igualdad de oportunidades, por todo eso, creemos que al fin tenemos la oportunidad de decidir por una alternativa capaz de oponerse al capitalismo imperante, como si el objetivo real de los “poderes de izquierda” fuése la destrucción del capital, sin percibir que son la dictadura invisible que le dan cuota popular a los tratados económicos, políticos y sociales, es decir, a la dominación en todas sus esferas.
Pero antes de acomodarnos como espectadores de nuestra realidad, dediquémonos a profundizar nuestra crisis del pensamiento para comprender nuestra real situación como humanos dentro de la crisis económica y ecológica por la que atravesamos. Copenhaggen es un gran ejemplo de cómo no podemos contener nuestro punto crítico sino que desvariamos en las promesas de un puñado de gente que vive del petróleo, de la industria y de la necesidad de aquellos que aguantamos el terrorismo laboral. Desconocedores de que el capitalismo utiliza su crisis para reorganizarse, recobrar fuerzas y seguir en pie, es que de pronto, abrazamos los ideales progresistas, mercantilistas y estatistas que surgen de esas promesas. De allí que no luchamos por subvertir la totalidad de esas condiciones de existencia sino que nos arrodillamos para recibir más y más reformas moderadas y “radicales”.

En este mundo en donde habita la infamia, en el mundo donde los gobiernos se reparten territorios para un mejor y mas sofisticado dominio global, en este mundo que parece cárcel, en donde las fronteras son sus rejas; ¡sí!, en este mismo mundo se maquilla la esclavitud asalariada, el negociado capitalista y el despotismo estatal. Como si la revolución consistiese de la sangre y el sudor de muchos para el discurso “revolucionario” de pocos, de los que lideran la revolución,de los “iluminados”, de aquellos que no buscan la destrucción del poder sino la “toma del poder”. Para aquellos que les resulta válida la dominación del hombre por el hombre, quiero decirles, ¡No Pasarán!.
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